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Historia y origen de la primera caja fuerte.

Si bien Henry Brown patentó el primer contenedor de metal con propiedades ignífugas, la historia es considerablemente más amplia. La primera idea de caja fuerte se remonta a muchos años antes de Cristo. Además, la evolución de metalurgia y herrería especializada en cajas fuertes o cofres de seguridad está llena de personajes e hitos históricos.

En Anloar, como expertos en seguridad, queremos repasar la interesante historia de los productos que comercializamos, la cual se remonta al Antiguo Egipto y continúa en el presente. Año tras año los avances tecnológicos nos brindan nuevas oportunidades:

Antiguo Egipto, primeros pasos.

El origen de la primera caja fuerte se remonta a la época de Ramsés II, faraón del considerado período álgido del Antiguo Egipto. Cuando se descubrió la tumba del faraón, se encontró una caja fuerte primigenia, una pequeña hecha de madera que contaba con un bloqueo que guarda parecido al sistema de un candado de tambor actual. Esta primera caja se originó en el siglo XIII a. C. y se considera la primera estructura que se asemeja a lo que hoy en día conocemos como caja fuerte.

Se comienza a trabajar el hierro.

Avanzado unos cuantos siglos, en la evolución de las cajas fuertes queda muy presente la labor del herrero y por lo tanto, no se puede comprender la historia sin hablar de la herrería. En la Edad Media, la profesión de herrero comienza a asentarse como una indispensable, sobre todo para la creación de armas y armaduras.

Aun así, no todo en aquella época a fueron espadas y escudos, con el paso de los años, el trabajo del herrero se transmitía de generación en generación, buscando en muchos casos unos forjados exclusivos realizados con la lima. En este apartado, las cerraduras y los cofres empezaron a verse con buenos ojos, siendo a finales de la Edad Media. Con el Renacimiento, la época donde el herrero se consideraba un artesano, gozando de una buena consideración por parte de la población.

Uso del hierro en el siglo XVI y siglo XVII.

El siguiente punto importante en la evolución de las cajas fuertes está fijado en el siglo XVI, con las primeras cajas fuertes ya forjadas totalmente en hierro y reforzadas con algún que otro accesorio, también de hierro. A partir de este siglo, comenzó la demanda de cofres de todo tipo, ya sea para particulares o para las instituciones del momento, que se pasaban por las viviendas para recaudar los impuestos.

Durante esa época, también se profundizó en la construcción de mecanismos de cierre más complejos. Aprovechando en algunos casos, cerraduras ya incorporadas en la parte interior de la tapa de la caja. El ejemplo más famoso se encuentra en Estocolmo, dentro del Museo Nórdico, con un cofre de ocho cerrojos del siglo XVIII.

Siglo XIX y la primera patente de cajas fuertes.

La constante evolución de las cajas comienza su distribución de forma exponencial a partir de 1835, cuando los hermanos Chubb consiguieron la patente de una caja fuerte, provocando una masificación de su producción. Además, estos llevaban produciendo cerraduras desde 1818, lo que permitió agilizar el proceso y la comercialización.

Unos años más tarde del suceso de Jeremiah y Charles Chubb, el inventor inglés Henry Brown consiguió la patente de su caja fuerte. Esa caja se caracterizada por considerarse la primera caja fuerte ignífuga de la historia.

Siglo XX y XXI.

Con la revolución industrial, llegada del acero y la tecnología, se comenzaron a utilizar diversos materiales que se ajustan a la situación que demanda cualquier cliente, creando cajas fuertes más tradicionales, de alta seguridad, empotradas en pared e incluso camufladas dentro del suelo.